A pesar de mi condición de perdicero nato no dejo de reconocer mi atracción por las liebres, que tanto desprecio se ha ganado en su larga vida. Hagamos memoria de ésto y adentrémonos en los secretos de la caza de esta singular especie cinegética.

Liebre
Desde que tengo uso de razón la carne de este animal, tal vez por aspecto sangriento, no era muy bien vista en las cocinas de ciertas y abundantes casas; su presencia en los guisos era buscada y apreciada, pero no se exhibía, tan sólo se utilizaba para dar gran sabor a los pucheros.
Parte de la mala fama se ganó con el rumor de que frecuentaba los cementerios, dando a entender que podía ingerir carne. Esta versión con tildes fantasmagóricas corrió como la pólvora en la España de la posguerra, llegando a escucharla en algunos corrillos cinegéticos bien entrado el año 2000.